samedi 26 février 2011

Quais du polar, seul contre tous, maintient L'année du Mexique

Par Adeline Journet

 Quais du polar, seul contre tous, maintient L'année du Mexique

Quais du polar, du 25 au 27 mars 2011


Le festival consacré à l'univers du noir, Quais du polar, maintient son invitation d'auteurs mexicains, malgré lestensions diplomatiques entre la France et le Mexique. Pour le reste des manifestations, le doute plane.

Bien que la tendance soit à l'annulation de nombreux évènements de L'année du Mexique en France, Quais du polar, festival lyonnais consacré à l'univers du noir et du polar, qui se tiendra du 25 au 27 mars, a annoncé, via un communiqué de presse, maintenir l'invitation des auteurs mexicains. "Quelle que soit la situation d'un pays et ses rapports avec la France, il nous semble important que la culture puisse être un vecteur d'échange et de dialogue" déclarent les organisateurs du festival. Ils ajoutent: "nous souhaitons donc affirmer qu'il est de notre mission de favoriser des rencontres entre des auteurs mexicains et leurs homologues venus du monde entier et de proposer au public une ouverture sur un pays possédant une culture riche et foisonnante et une forte tradition de littérature noire". Gabriel Trujillo Munoz, Martin Solares, Elmer Mendoza, ou encore Sergio Gonzalez Rodriguez sont donc attendus pou r la 7e édition de Quais du polar à Lyon, qui accueillera également R.J Ellory, David Peace, John Harvey, Ake Edwardson, Marcus Malte et Jean-François Parrot.

Depuis le début des tensions diplomatiques entre la France et le Mexique, de nombreux évènements ont été annulés et le doute plane sur ceux qui arrivent. A Lyon, l'exposition Mexique : les cultures antiques de Véracruz, programmée pour le 18 février, n'a jamais ouvert ses portes. Mercredi 16 février, la mairie de Toulouse, a elle décidé de se retirer de l'événement. Mardi 22 février, la Pinacothèque de Paris a annoncé l'annulation de l'exposition qui devait se tenir du 1er mars au 7 août, Les Masques de Jade Maya. Enfin, concernant les 12 expositions consacrées au Mexique, des rencontres internationales de la photographie d'Arles, l'incertitude quant à son déroulement, est forte.

Le sort d'importantes expositions à venir n'a pas encore été décidé. C'est notamment le cas de l'exposition Sous le volcan, prévue au Musée d'Orsay pour le 5 octobre, ou encore de l'exposition consacrée aux peintres Frida Kahlo et Diego Rivera, au Musée de l'Orangerie du 5 octobre au 5 janvier 2012. L'exposition étant organisée sur la base de prêts mexicains, on s'interroge sur son devenir.

Seules exceptions, à Lille et Rennes. A Lille, une exposition d'estampes mexicaines intitulée Drôles d'estampes, fermée par la ville dans un premier temps, vendredi 18 février, a réouvert ses portes, sans le label "Année du Mexique". Ses organisateurs estiment que l'exposition fait état d'une " identité forte" et d'un "financement propre qui lui permettent d'exister en dehors de l'Année du Mexique". A Rennes, le festival de cinéma Travelling consacré à la ville de Mexico, a bravé les boycottages et se déroule comme prévu jusqu'au 1er mars.

Frida, Naturaleza Viva 3/13

Frida, Naturaleza Viva 2/13

jeudi 24 février 2011

Juan Rulfo - No oyes ladrar los perros

Coleccionista de voces: Elena Poniatowska

Pita Amor por Diego Rivera


Elena Poniatowska


Coleccionista de voces: Elena Poniatowska

por Amelia Puente


Ocurrió hace 17 años y fue una de esas cosas… de suerte o de correcta alineación planetaria el que se nos concediera acercarnos a ella, no para entrevistarla, sino para captar momentos, yo de sus palabras ingeniosas, mi amigo el fotógrafo Alfredo Salazar, de su rostro iluminado.


Elena Poniatowska visitaba Monterrey para ver el espectáculo “Compresencias” en el que la actriz Patricia Reyes Spíndola y alumnos del ITESM harían una lectura dramatizada de selecciones de su novela “Hasta no verte Jesús mío”.

Así que allí estuvimos nosotros, de convidados de piedra, entre la escritora, la actriz y Gerardo Maldonado, Director de Difusión de Difusión Cultural del Campus Monterrey, creador del montaje.

Luego, con la charla, seríamos muchos más en la camioneta que nos llevó del aeropuerto al hotel, no sé ni cómo cupimos, pero ahí estuvieron el Sub Marcos, Pita Amor, Juan Rulfo, Ofelia Medina


Esperamos ansiosos en el aeropuerto, queriendo controlar los nervios y pensar que no era a ella a quien veníamos a recibir, sino a una tía que conocimos hace muchos años por medio de un tal Lilus Kikus. Cuando llegó, queríamos meternos en su bolsa negra o en sus pequeños zapatos, enredarnos junto a la mascada que llevaba al cuello. Se nos dejó ser intrusos y caminar con una grabadora junto a ella y, así, recogimos su voz que es voces multiplicadas.


EP: Elena Poniatowska PRS: Patricia Reyes Spíndola GM: Gerardo Maldonado


PRS: ¡Hacía un frío en el avión!
EP: ¿Verdad que estaba demasiado frío el aire?
PRS: Sí, pero qué exagerados...
EP: Yo le dije a la señorita --porque pensé que en primera le hacían a uno mucho caso-- que estábamos todos como paleta helada. Le dije: ¿No se lo puede decir al capitán?
PRS: Sí, todo mundo se estaba congelando.
EP: No hizo nada.
PRS: Parecía que venían los pingüinos.

……………………………..

EP: Jesusa Palancares es una mujer de a deveras, es su vida.
PRS: Yo traigo ahí el libro para que me hagas favor de autografiármelo, me lo regalaron hace diez años...
GM: ¿Te doy un consejo? Que te lo autografíe después del homenaje.
PRS: ¡No, mejor antes, no vaya a ser que se arrepienta!
EP: ¡No, después porque te pongo cosas más bonitas!
GM: ...y, ¿dónde la conociste Elena?
EP: Yo iba muchísimo, cuando era joven, a la cárcel, a Lecumberri que ahora es el Archivo General de la Nación, donde había una sección para mujeres y ahí la oí gritar y me fascinó todo lo que decía, la fuerza con la que lo decía. La busqué y la busqué hasta que la localicé, ella me mandaba por un tubo, pero siempre anduve tras de ella hasta que la encontré.
GM: ¿Por qué estaba en la cárcel?
EP: Porque siempre estaba en la cárcel.
GM: Por borracha...
EP: A cada rato, porque se peleaba.
PRE: Porque era muy perra decía ahí.
EP: ...y luego también la vi en un edificio donde ella era lavandera, así que muchas veces anduve tras de sus huesitos y cada vez que la buscaba ella me decía que yo era una catrina, una jija de quién sabe qué diablos, que no servía para nada, que no le quitara tiempo, que ella sí trabajaba... era muy brava...
GM: Y ella, ¿nunca supo de tu libro?
EP: Sí, claro. Yo se lo llevé. Primero se lo llevé con un encuadernado muy bonito, azul cielo, todo pensando que le iba a gustar mucho, era el manuscrito; me dijo: “quíteme esa chingadera que nada más me está estorbando y no tengo lugar dónde ponerlo”. Después, ya que le llevé el libro al que le puse el Santo Niño de Atocha --ese santo le gustaba mucho-- me dijo que le llevara yo veinte porque los quería regalar.
PRS: Ese fíjate que es mi santo.
EP: Es un santito precioso. Además dijo que para la cochinada que yo iba a hacer no podía poner su nombre, ella no se llamaba Jesusa, pero le va muy bien ese nombre.
GM: ¿No se llamaba Jesusa? ¿Ni Palancares?
PRE: ¿Ni el apellido tampoco?
EP: No.
PRS: ¿Cómo era físicamente?
EP: Fíjate que yo al lado de ella era un gigante, así que era chiquitita, claro que ya estaba viejita, yo soy del tamaño de un perro sentado, enana, pero ella era más enana...
PRS: Decía que medía 1.60 y que era muy alto su papá...
EP: Era chaparrita pero con una enorme fuerza.
PRS: Y era de Oaxaca, eso sí...
EP: Y buena para pelear. Sí, era de Oaxaca... donde fue el eclipse, cómo se llama… Luego les digo porque estoy pensando en las señoritas de Huamantla.
GM: Oye Elena, ¿y tenía sonsonete al hablar?
EP: No, hablaba maravilloso y hablaba un español como antiguo, decía bellaca y decía unas palabras así como muy viejas, hablaba estupendamente bien.
PRS: Es padrísimo el personaje. Justamente hace diez años me regalaron el libro y me encantó el personaje, me encantó el libro...
EP: Sí, es como para una película. Miguel Sabido hace mucho quiso hacer una película y me hizo un guión y todo, pero luego no se hizo.
GM: Yo lo pensé para teatro, que puede ser también un monólogo espléndido.
EP: En teatro sí lo han hecho.
GM: ¿Con más personajes?
EP: Con más personajes. Sí, ha sido muy bueno, muy bien, porque es un personaje muy bonito.
GM: Y en lectura, ¿es la primera vez que se va a hacer?
EP: En lectura ya lo hizo también Susana Alexander en “Si me permiten hablar” y lo han hecho en los Estados Unidos, creo, y en Londres.
GM: ¿Cuántas ediciones tiene el libro?
EP: No sé. Te sé decir que “La Noche de Tlatelolco” tiene 54 ó 53, pero no te sé decir de la Jesusa porque nunca me he fijado, pero me voy a fijar, nada más me fijo en “La Noche de Tlatelolco”.
GM: ¿Por qué?
EP: Porque es la que lleva más ediciones, entonces me fijo en eso... ¡Ah, y lo hicieron también en Francia, en Marsella!
GM: Es una obra sumamente interesante para mucha gente.
EP: Sí.
GM: Hay un proyecto que tengo desde hace 10 años, hacerlo en teatro, obviamente preguntarte a ti, en monólogo, pero no con actores, nada más una actriz.
PRE: A mí me dan tanto miedo los monólogos.
EP: ¿Ah, sí?
GM: Es que éste tiene mucho apoyo.
PRS: Sí tiene, pero nunca me he animado a hacer monólogos. Iba a empezar a ensayar uno, una obra de Silvia Pasquel que ya pusieron hace tiempo, “La Señorita Margarita”, y me rajé, sí, me rajé...

……………………………..

GM: Y el subcomandante Marcos, ¿no se quiere quitar la capucha?
EP: Quiere, fíjate que quiere, está más puesto que un calcetín, que el calcetín que trae en la cabeza. Dijo que se lo quitaría, pero la gente no quiere porque yo creo que lo protege; ahí en la Convención le dijo que no se lo quitara, además tiene unos ojos muy hermosos, se ve muy bien así con su cara tapada....
PRS: A lo mejor se le quita el encanto cuando se desencapuche.
GM: ¡Que bárbaro, qué encanto tiene el señor para todo el mundo!
EP: Tiene una capacidad de convocatoria... Yo creo que es el que más la tiene... pero hay muchísimos que lo odian.
GM: Sí claro, tiene que haberlos. Oye, te estuve grite y grite en el concierto de Madonna, estabas a tres filas de mi con tus hijos y por más escándalo que te hacía estabas interesadísima a ver qué iba a pasar.
EP: Yo tenía mucho interés porque es un fenómeno muy especial y por ver qué jalón tan bárbaro tiene para las gentes, pero fíjate que no me pareció así como... Me parece más interesante ver de ella en las revistas que ver su show, es muy gringo, su voz no es nada del otro mundo...
GM: Lo que pasa es que sus cosas son sumamente atrevidas y eso le...
PRS: …pero ustedes tienen aquí a Gloria Trevi que es muy atrevida...
EP: Sí, yo iba a decir que prefiero a Gloria Trevi.
GM: ¿Tú ya la viste?
PRS: No, ni a Gloria Trevi en vivo ni a Madonna, a las dos nada más en televisión.
GM: Yo nunca he visto a Gloria Trevi.
EP: ¿Ni en la tele ni en vivo?
GM: No, nada.
EP: ¡Ah, es un encanto!
PRS: Es un encanto de persona.
EP: Tiene encanto, es alegre...
PRS: Es rápida de mente...
EP: Es rápida, dibuja espléndidamente bien...
GM: Y es ágil, ¿verdad?, puso a Verónica Castro en cintura.
EP: ¿Ah sí, qué le hizo?
GM: Algo de prostitutas y de aborto, pero de pronto la puso en su lugar según mis alumnos, yo no vi el programa, pero que Verónica se trasteó, no pudo contestar. Aquí le han hecho entrevistas también, es muy sagaz para contestar...

……………………………..

GM: ¿Cómo estuvo el homenaje a Pita Amor?
PRS: ¡Maravilloso!
EP: Yo creo que ella estuvo de lo más feliz.
PRS: Estuvo feliz, te digo que anoche la fui a ver --yo la voy a ver casi todos los domingos-- y todavía platica del homenaje. Estaba feliz, fue muy emotivo y nunca creí que se fuera a llenar Bellas Artes a tal grado como se llenó, había gente de pie, arriba...
GM: ¿Quién lo montó?
PRS: Miguel Sabido, pero en realidad Bellas Artes fue el que lo promovió, a Sabido lo invitaron a dirigir y nos invitaron a un grupo de actrices...
EP: Pero creo que Sabido le metió mucho él, ¿no?, de su parte...
PRS: Sí, pero de entrada el proyecto fue directamente de Bellas Artes. Lo primero fue la exposición en el museo de Frida y ahí le ofrecieron a Pita, en principio, la Sala Manuel M. Ponce y ahí, en público, les dijo que eso era para peluqueras, que mejor la dejaran en su casa... Así les dijo: “Eso es para peluqueras, si no me dan la sala grande, déjenme en mi casa”. Entonces, ahí en público, le dieron la sala grande...
EP: ¡Genial!
GM: Cuando fui a invitarla me llevó Ofelia Medina y estuvimos en su departamentito, no sé dónde viva ahora...
PRS: Ahora en Bucareli.
EP: En el edificio Vizcaya.
GM: Me dice: “Oye, Gerardo, si ya nos pusimos de acuerdo, por qué no nos tomamos los tres un drink”…
EP: Siempre dice eso...
GM: Nos fuimos, bajamos y apenas llegamos, le dice un amigo: “Oye, regálale un soneto a Gerardo.
PRS: Carlos debe haber sido...
GM: Entonces le dice ella: “Pero si no lo conozco, lo acabo de conocer y ya con él terminé de conocer a todo mundo, ya no quiero conocer a nadie más”... Entonces hace un soneto de flores y de pájaros, obviamente no tenía nada que ver conmigo, ¿verdad?, y le dice Carlos: “Oye aquí hay una falta de ortografía”. Le dice: “Mira, la ortografía es para las secretarias, no para los poetas”.
EP: He dado conferencias sobre la tía Pita, pero ella siempre --desde que yo empecé a hacer periodismo en el 53-- luego, luego, me pegó de gritos. Me dijo, en primer lugar, que jamás me podría poner Amor, ni me lo pensaba poner, Poniatowska ya es bastante complicado y largo como para añadirle el Amor... pero me pegaba unos gritos, que no me fuera a comparar a ella, que no me acercara, siempre ha tenido unas cosas muy chispas...
GM: ¿Son ustedes primas?
EP: Ella es prima hermana de mi mamá y a mi mamá sí la quiere, bueno, la quiso mucho, pero a mí nada, ahora a la que quiere es a Paula, mi hija.
GM: ¿Ah sí, a Paula sí la quiere?
EP: Sí, porque le toma fotos y se las toma muy... no esas fotos que toman los fotógrafos muy terribles, sino que la toma muy bien. Es muy chistoso cómo en una fotografía se puede ver si ama uno a la persona...
PRS: Tengo 15 años de ser su amiga, de que sí nos vemos con mucha frecuencia, por lo menos una vez a la semana. Ahora tiene descompuesto el teléfono, porque sí nos hablamos diario, pero ahora su teléfono tiene como dos meses descompuesto, entonces sufrimos y yo me angustio de no saber...
EP: Tendrían que hablarle a Carlos Slim...
GM: ¡Hay una Gloria Nacional, compóngale el teléfono!
PRS: Tiene dos meses con el teléfono descompuesto.
GM: Pero le quedan sus abalorios.
PRS: Ayer por estar con los abalorios, llegué y me iba a regalar... me había hecho unos sonetos de unas mariposas, entonces me tenía un regalo de una mariposa negra. Me dijo: “Ahí está, agáchate y en el buró está”. Le digo, dónde... donde estaba ya no estaba. “Ahí, ahí está, ahí está”. No lo encontré. “Bájame de la cama”. La cargué, la bajé de la cama, lo encontró, efectivamente, pero en lo que yo buscaba encontré un prendedor muy bonito, negro, y se me ocurre decirle: ¡Qué bonito este prendedor Guadalupe, es antiguo, ¿verdad? “Sí, ponlo encima”… y lo vuelvo a poner. Al ratito dice: “Dame el prendedor”. ¡Sí, ve tú a saber dónde quedó el prendedor! Entonces me hizo sacar todo y se desesperó porque no lo encontré. “Bájame otra vez de la cama”. Entonces la bajé, metió la mano y tiró todo al suelo, ya que estaba todo en el suelo dijo: “Búscame el prendedor”. Le dije, aquí está, pero no sé dónde... y todo revuelto, ya sabes. Al fin lo encontré, no estaba donde ella me había dicho, lo había puesto yo, por tonta, abajo. Entonces me hizo sacar todo lo de abajo, como 20 minutos en cuatro patas, escarbando sus abalorios.
EP: Son kilos y kilos de fierros, ¿verdad?
PRS: Kilos… para que al fin saliera, me dice: “Es como una espuela dorada”. Sí Guadalupe, ya sé cuál era, por idiota le dije que estaba muy bonito...
EP: ¡Es una cosa, esa afición!, porque luego todo lo que compra son esas chingaderitas, ¿no?
PRS: Además, se acuerda muy bien… ayer que sacaba decía: “Ese me lo regalaste tú, ese me lo regaló no sé quién, éste tu mamá, éste me lo regaló Ofelia Medina, se acordaba perfecto de todos, aunque estuvieran todos revueltos.
EP: Entonces hay que regalarle anillos.
PRS: Sí, le encantan, anillos, prendedores, pulseras...

……………………………..

GM: Oye, Elena, y tú, ¿fuiste amiga de Rulfo?
EP: Sí, yo lo quise muchísimo.
PRS: Yo lo veía todos los días porque fuimos vecinos durante siete años. Yo vivía en Felipe Villanueva y Manuel M. Ponce, ahí en un edificio. Lo veía yo pasar, se iba caminando siempre al Instituto Indigenista.
GM: ¿Al Indigenista, ahí fue donde lo conociste?
PRS: Ahí lo veía yo, ahí lo esperaba para verlo pasar.
GM: Una vez vino muy enojado, dice: “Nombre, está cerquita de donde duerme el Papa, un ruidazo”.
PRS: En la esquina donde llegaba el Papa era horrible, nos cerraban las calles. En ese tiempo hice “Pedro Páramo”, entonces un día me acerqué a decirle que iba yo a trabajar, se me quedó viendo y me dijo: “Qué bueno”… y se siguió. Yo esperaba algo más y sólo me dijo qué bueno y se siguió derecho.
GM: Es que él no estaba contento con los Pedros Páramos, él no estaba que dijeras, satisfecho…
PRS: Yo creo que lo más bonito que se ha hecho de él en cine se llama “Los Confines”, de Valdés, que no son ninguno de los dos Pedro Páramo, son sobre “El Llano en Llamas”, es muy bonito, de Mickey Valdés.
GM: ¿Tomó varios cuentos?
PRS: Sí, pero hizo una cosa muy bonita, casi todo el tiempo en off las voces y eran imágenes, que es como se entiende Rulfo. Cuando lo estábamos filmando resultaba un poco incómodo, nosotros decíamos: “Este tonto, por qué toma al que no está en cuadro, al que habla no lo está tomando”. Al final la película quedó muy bonita y parte del encanto de la película es eso, que son como imágenes y el texto del autor.

GM: ¿Él la vio?

PRS: No, ya no la vio.

……………………………..

Después, otro regalo inesperado, pasamos la tarde disfrutando de sus ojos grandes como lunas de octubre mientras caminaba entre cuadros de Leonora Carrington. El día se escondía y ella seguía ligera y vivaz como al bajar del avión. Dieron las nueve de la noche, el telón subió y las palabras de Jesusa Palancares, como un torrente, empaparon el telón, las butacas y nuestras ropas de amargura; Reyes Spíndola gobernó con su voz y presencia el escenario; Poniatowska nos regaló su presencia, su sonrisa y su obra.


Monterrey, N.L. a 19 de septiembre de 1994.

CHILAQUILES PENDIENTES!!!!!

Le bon souvenir du Restaurant de Centrales del Tec de Monterrey quand j'étais un bon et gentil étudiant: LOS CHILAQUILES. J'ai pris le courage de cuisiner CHILAQUILES ce soir pour un diner a la mexicaine. Le soucis: trouver las tortillas.....mais j'ai mon endroit secret "Izrael" (au Centre de Paris), donc je paie 15 euros par kilo mais j'ai mes tortillas qui sont importées congelées de Mexique.

Ingrédients:

1 boîte de tomates concassées (pour les chilaquiles rojos)

Oignon, sel

Quelques chiles verdes (jalapeños ou serranos, ou, à défaut, des piments verts marocains)

Un peu de coriandre

Fromage pour gratiner (le cantal doux convient assez bien ou de fromage emmental)

Tortillas coupées en lanières, les frire (si elles sont trop grasses les poser sur du papier absorbant). Si on n'a pas de tortillas, prendre des "chips" du commerce (de bonne qualité!) et ne pas les faire frire puisqu'ils le sont déjà. Mais bien sûr, c'est moins bon...

Prendre un plat en terre qui va sur le feu (doux). Y faire chauffer de l'huile, mettre dedans les oignons coupés en rondelles ou "picaditos" (coupés en tous petits morceaux), les chiles "picaditos". Ne pas faire trop cuire pour que ça ne brûle pas.

Quand c'est cuit, ajouter dans le plat (toujours sur le feu) la sauce tomates, allonger un peu avec de l'eau si c'est trop épais, mettre la coriandre "picadita", remuer, et continuer la cuisson jusqu'à ce que ce soit TRES CHAUD. Ajouter alors rapidement les tortillas, en les faisant chevaucher et en essayant de ne pas trop les casser. Aplatir doucement avec une cuillère en bois. Saupoudrer de fromage rapé, couvrir le plat et éteindre le feu. Servir IMMEDIATEMENT.

BON APPETIT et Viva México!!!!! y.... CHILAQUILES PENDIENTES!!!!!

Hugo Pratt remplace les masques de Jade Mayas


Corto... qu'en aurais-tu pensé ?

Nicolas Ramirez

L'affaire Florence Cassez, cette jeune femme condamnée à 60 ans de prison par le Mexique pour enlèvement, poursuit ses ravages culturels. En effet, après que sa mère a demandé au Sarkozydent l'annulation de l'année du Mexique en France, quand Florence, elle, plaidait pour son maintien, les événements prévus s'annulent progressivement.


Ainsi, la Pinacothèque de Paris devait accueillir une exposition sur Les Masques de Jade Mayas du 1er mars au 7 août. Expo qui s'inscrivait bien sûr dans l'Année du Mexique en France. Et que croyez-vous qu'il est arrivé? Eh bien dans un communiqué, l'établissement annonce qu'en dépit d'une première bonne intention du gouvernement mexicain de maintenir l'expo, celle-ci sera annulée, « en raison de la dégradation des relations avec la France ces derniers jours ».


« Pendant une semaine, le gouvernement mexicain avait toutefois prévu de conserver cette exposition remarquable, compte tenu de son degré d'avancement, des excellentes relations entretenues par les Musées mexicains avec la Pinacothèque de Paris et par respect pour son public. »


Située non loin de la place de la Madeleine, la Pinacothèque regrette évidemment cette décision, privant « le public de la possibilité d'admirer des trésors uniques mayas, qui auraient été montrés pour la première fois en France depuis leur découverte ».


v-22127.jpg


Et pour son directeur, Marc Restellini, cité par l'AFP, c'est évidemment un 'coût' dur. « Sans entrer dans la polémique générale, je déplore le gâchis culturel de l'annulation de l'Année du Mexique en France et je tiens à souligner les difficultés financières auxquelles les entreprises françaises qui participaient à cet événement culturel risquent de se trouver confrontées. »


Bilan des courses, c'est au pied levé que l'expo consacrée à Hugo Pratt, initialement prévue du 18 mars au 21 août, qui remplacera celle sur les Masques. Le voyage imaginaire d'Hugo Pratt (nom provisoire). Elle intégrera l'intégralité des planches de la BD La Ballade de la mer salée, mais également plusieurs oeuvres originales.

Calor Nocturno de Hugo Valdés


CALOR NOCTURNO


A partir de una fotografia de Alfredo Salazar



a Sandra


Saltó como catapultado de la cama hacia la ventana y sólo vio sobre la calle la noche desierta. Había creído que alguien allá afuera paleaba arena o cemento, pero descubrió que el sonido lo producía el borde de una hoja de papel raspando a voluntad del aire la superficie de la mesa de su computadora. No lo molestó el hecho de que alguien trabajara tan tarde, a pesar de que aquello era inusitado allí en su colonia, sino que en ese justo momento no descansara como lo intentaba él desde hacía ya más de una hora, cuando descubrió que el clima enfriaba apenas su recámara engañándolo con un viento tan tibio como el que merodeaba en la calle.

Sabía que por falta de mantenimiento periódico o por una fuga de gas esos aparatos terminaban por malfuncionar y que, incluso, uno nuevo podía descomponerse de pronto, como acababa de suceder ahora, pero le pareció de lo más desafortunado padecer un calor cuya existencia creía abrumadora aunque confinada siempre al exterior, a la calle, a la ciudad expuesta y erradicada implacablemente de todos esos espacios que la climatización le había ganado: la oficina corporativa, la casa, el automóvil.

Esa misma mañana, de hecho, leyendo un reportaje en el periódico, cayó en la cuenta de que en Monterrey el mejor amigo del calor era el pobre: con él se levantaba a la hora que le dictara el sol, con él convivía en la calle, en la escuela, en el camión, en el trabajo, y se lo encontraba luego en la casa, donde aun en la noche el cálido tacto del mobiliario y de los muros le decía que el calor había estado allí todo el día, asolando sin sosiego el hogar, y que mañana temprano volvería.

Pero lo que más lo asombró fue la descripción de un mundo que ni por asomo sentía próximo al suyo: el del mercado callejero que, en las aceras del cuadro formado por las manzanas comprendidas entre Colón por el norte, Juárez por el oriente, Colegio Civil por el poniente y Carlos Salazar por el sur, sobrevivía en pleno corazón de la ciudad a pesar de los 45 o 46 grados del pasado o futuro día con el ingenioso expediente de formar con lonas y mantas una serie de pasadizos y túneles entre los comercios formalmente establecidos y los puestos de mercancías. Para fortuna de los vendedores, el lento, moroso deambular que imponía el calor a los agobiados viandantes les daba un respiro para considerar alguna compra bajo una umbría sofocante pero al cabo más benigna que el tránsito por la calle abierta. Un dato que el reportero consignó de seguro por pintoresco, y consecuente al fin con el calor citadino, señalaba que los comerciantes parecían todo menos comerciantes, por usar bermudas y holgadas camisetas de tirantes con la naturalidad de cualquier hijo de vecino que se reúne con sus amigos en la consabida esquina de su calle.

La curiosidad por darle un vistazo a ese mundo, pero sobre todo la conciencia corpórea de un calor que hoy le impediría dormir, aun cuando proyectara sobre sí la velocidad más alta del ventilador que había trasladado desde la lavandería a su recámara, lo llevaron a la regadera. Cuando terminó, espabilado y vagamente eufórico por la tregua que el agua le había impuesto al sopor, comenzó a acicalarse como cualquier otro día para salir a la ciudad nocturna.

Desactivó la alarma del Mystique y subió a él rápidamente para solazarse en el aire acondicionado. Dejó atrás una hilera de prósperas casas construidas a espaldas del Centrito durante la bonanza de los años sesenta convertidas hoy, durante la bonanza de los años noventa, en oficinas no menos prósperas. En todo el ambiente podía percibirse una calma patricia.

Tomó avenida San Pedro; llegó a la avenida San Jerónimo y luego eligió Pablo González. Pasó a un costado de la Cigarrera cuando avanzaba ya por la calzada Madero, más cerca cada vez de la zona mencionada en el reportaje. Pero de todo lo descrito ese día en el periódico no hallaría ahora rastros; no tuvo en cuenta, para su profunda decepción, que horas atrás los comerciantes habían desmontado la cuadrícula de pasadizos y corredores y con ello la ilusión de la urbe dentro de la urbe simplemente porque era imposible en un sitio como ése confiar sus mantas, lonas y cordelería diversa a la soledad nocturna. Por eso observó apenas los rostros pluviales de varias suripantas sudorosas que en vano intentaron convencerlo de que las invitara a subir a su automóvil.

Era ya muy tarde para encontrar abierto un bar convencional, de ésos con buen servicio y donde no había cabida para borrachos baratos. Y meterse a uno con función de topless era lo que menos le recomendaba su instinto de supervivencia. Aunque conocía algunos de los situados a lo largo de la calle Zaragoza, por haberlos visitado en giras que él y sus compañeros de la oficina organizaban esporádicamente, prefería no internarse solo en ninguno de ellos. En realidad la única vez que lo hizo no tuvo problemas con nadie, pero presenció un espectáculo insólito cuyo recuerdo le causaba una mezcla de rechazo y divertido asombro. No era para menos: después de que una de las bailarinas terminó su número, uno de los hombres del público, barbudo, pelón y de enorme barriga para más señas, subió a la pasarela y ejecutó un meneo grotesco a manera de danza durante el cual se fue desnudando, sancionado por la gritería y las carcajadas de la clientela. (Después sabría por el periódico que se trataba de un escritor que celebraba así el triunfo de la sociedad civil intelectual y pensante contra el municipio represor al conseguir echar atrás un reglamento medieval.)

Dio un par de vueltas por zonas del primer cuadro cuyas casas se antojaban a un paso ya del derrumbe, alternando con las muchas que había sin pintar, con sólo el enjarre gris, el revoque uniformizador que le daba al centro de Monterrey una sensación permanente de proyecto inconcluso. Debía volver en cualquier momento a su casa para, como los pobres de la ciudad, encontrarse con el calor, sudar como caballo y tratar de dormir por lo menos un par de horas.

Pensó entonces que acaso otra de las razones de su salida nocturna era observar cómo tanta gente andaba la noche bajo un calor apenas menos opresivo que el del día. Un calor que a él sí le gustaba sentir mientras se bronceaba en la playa y leía con fruición a Guadalupe Loaeza o, sólo un poco, cuando los domingos por la mañana salía en pantalones cortos al supermercado y lo percibía untándose, seductor, sedoso, a su cuerpo al bajar y subir del automóvil. Pero no en su casa, no en su ámbito de trabajo, no en ese Mystique tan confortable cuyo clima, antes que la potencia del motor, revisó y probó hasta quedar satisfecho.

Sólo hasta ahora consideró que lo peor que el verano podía hacerle a los regios ortodoxos y de buenas maneras era obligarlos, a pesar de su inclemencia, a conservar las formas. ¿Por qué demonios la vestimenta formal no aprendía de la arquitectura para simplificar y volver virtud —y no castigo— el embate de la temperatura? ¿Por qué no volverse más aérea, menos opositora tenaz a algo tan avasallador y permitir que, por ejemplo, en las oficinas privadas y públicas los hombres usaran bermudas "de vestir" acordes con el color de la camisa o playera?

Pero de allí a tratar de imitar a los comerciantes ataviados con ropa playera había un abismo... que él por supuesto no trataría de salvar; lo más que podía sentir hacia ellos era una vaga solidaridad basada en esa simpatía que produce lo considerado "exótico" cuando, por ajeno, en nada involucra al espectador. Mientras avanzaba por el tramo en que la Gran Plaza cubre a la calle Zaragoza, se preguntó si alguna vez sería capaz de sentirse no solamente solidario hacia lo que le provocaba una eventual simpatía; si sería capaz de superar su aséptico papel de espectador y participar en el "exotismo" urbano, el de los menos favorecidos, el de los que sobrevivían en las calles ardientes llenas de polvo y esmog, como los comerciantes de Juárez. O como los niños de nadie que, desesperados, tomaban por asalto las fuentes públicas para redimirse un momento en el agua, según lo vio alguna mañana de la semana anterior, cuando un noticiero local transmitió la imagen de un grupo de menores brincando, saltando, jugando en la antigua Fuente Monterrey, saludando a la cámara que los registraba, gozando el suave y efímero contacto con el agua antes de que los oficiales les ordenaran retirarse.

Al ver la fuente ahora, allí tan próxima a él, y comprobar que el tráfico por Zaragoza era casi inexistente, detuvo el automóvil. Se preguntó cuánto tiempo tardaría en saber si podía abandonar, ésta o alguna otra vez, su cápsula climatizada de espectador. Qué bien debía sentirse el agua de la fuente a esa hora, se dijo inquieto, agitado, el agua reptando por la ropa hasta dar con la piel, como el calor durante el largo y soleado día que era el verano.

Por iniciativa de Marcela Garcia Machuca


Un narrador muy regio: Hugo Valdés

Foto: Juan Rodrigo Llaguno

Un narrador muy regio: Hugo Valdés

Elena Méndez



Hugo Valdés: Una voz profunda. Una sonrisa encantadora. Un hombre que gusta de provocar mediante las palabras; muy enamorado de su ciudad y de su oficio: la Literatura.



Hugo Valdés nació en Monterrey, Nuevo León, en 1963. Es Licenciado en Letras Españolas por la Universidad Regiomontana.

Ha sido becario del Centro de Escritores de Nuevo León en dos ocasiones: 1989-1990 y 1992-1993; del Fondo Nacional para Cultura y las Artes (FONCA) durante 1995-1996, en el área de novela; y del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FONECA) en ensayo, en el periodo 1997-1998; y en novela, en los periodos 2002-2003 y 2006-2007.


Ha publicado las novelas The Monterrey News (Editorial Grijalbo, 1990); Días de nadie (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1992); El crimen de la calle Aramberri y La vocación insular (Ediciones Castillo, 1994 y 1999, respectivamente); y los ensayos El laberinto cuentístico de Sergio Pitol, El laboratorio del crepúsculo y otros ensayos y Ocho ensayos sobre narrativa femenina de Nuevo León (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 1998, 2002 y 2006, respectivamente).


Con El laberinto cuentístico de Sergio Pitol resultó ganador del Quinto Certamen Nacional de Literatura Alfonso Reyes en 1994.

Cuentos y relatos de su autoría han aparecido en diversas publicaciones tanto en su ciudad natal como a nivel nacional; asimismo, parte de su obra ha sido editada en las antologíasFiction International, de la Universidad de San Diego (1994) y Dispersión Multitudinaria. Instantáneas de la nueva narrativa en el fin de milenio (compilación de Leonardo da Jandra y Roberto Max; Joaquín Mortiz, 1997).


Entre las temáticas que privilegia Hugo Valdés se encuentran: la Memoria, Monterrey, la reflexión sobre el quehacer literario, la crítica al mundo intelectual y el erotismo; temas que maneja con un lenguaje depurado, sutil ironía y una fuerte sátira social.

Conocí a Hugo Valdés hace casi 4 años. Vino a dar una charla a la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Había sido invitado por incluírsele dentro de la llamada ‘Narrativa del Norte’ -donde también se consideran a los siguientes autores: Cristina Rivera Garza, Patricia Laurent Kullick, Luis Humberto Crosthwaite, Élmer Mendoza, Juan José Rodríguez, César López Cuadras, Federico Campbell, Felipe Montes, Daniel Sada y Eduardo Antonio Parra-, misma que se estudia en un Programa de Investigación dentro de la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas.


Me sorprendió conocerlo, dada la calidad de su prosa y su extremada sencillez como persona. Me atreví a pedirle su correo electrónico y desde entonces llevamos una buena amistad. Incluso, en ocasiones, me ha ayudado a revisar algunos textos narrativos, siendo siempre muy honesto y generoso.


La presente entrevista se realiza por internet. He aquí:


¿Toda literatura es una provocación?

—Creo que no tendría su sentido profundo si no lo fuera. Me fascinó la forma como el rumano Norman Manea llamó a la literatura, aludiendo a los años en que se inició en ella: "herida y bálsamo a la vez". La literatura debe sacudir, estrujar, perturbar: provocar un cambio en nuestra visión del mundo.


¿Cómo influye Sergio Pitol en su narrativa?

—Pese a que hoy sólo voy leyendo las últimas cosas que publica, las que en verdad no son muchas, y debido a que de cuando en cuando hago inmersiones en alguna parte de su obra por haberlo hecho ya en su momento en su totalidad, de una forma desesperada y casi obsesiva en el afán de entender la fascinación que provocaba y provoca en mí, creo que lo que más me ha dejado es el sentido de esa sintaxis que los estudiosos reconocen y definen como literaria, el alma de la prosa de Sergio Pitol. Esa sintaxis como resultado de una voluntad de estilo, que se traduce a su vez en una música austera, desplegada discretamente para que el sentido gane en claridad y limpieza. Uno lee hoy cualquier cosa de Sergio y cada frase te crea la sensación de recibirte en casa, en el hogar del idioma.


¿Cómo surgió su fascinación por el crimen de Aramberri de 1933, misma que le llevó a escribir una novela negra sobre dicho caso?

—Me hablaron del caso, un amigo que estudiaba la formación de los sindicatos 'rojos' en Nuevo León. Vi la noticia, me enganchó, pero al leerla, hacia mitad de los años ochenta, vi que no era su tiempo para escribirla, y esperé varios años para meterme en el tema. Entre el aviso del episodio y la etapa de la escritura de mi libro ayudó todo lo que había oído del crimen, contribuyendo a mi fascinación por el caso, y no tanto por el hecho en sí, sino por la manera de recordar y conceptualizar esa especie de bautizo de sangre de la ciudad moderna que fue esta historia.


¿Por qué su tendencia a jugar con la temporalidad?

—En el caso de la novela antes citada, era necesario, pues le daba una dimensión de vértigo, de contemporaneidad, a algo que de otra manera hubiera sido nada más una anécdota para hacer un corrido de ciudad pueblerina. Por otra parte, esta tendencia es clara, pues… sí, en muchos de mis libros, y yo que iba a contestar que era clara en The Monterrey News por la propuesta de ese libro de enfrentar pasado y presente para ver cuánto le debió el segundo al primero. Pero si pensamos en Días de nadie, la estructura en efecto se vale de muchos cambios de tiempo. Digamos que por lo que mencionaba al principio: la dimensión de vértigo que puede generar así el texto, mostrando todos o muchos de los momentos de un suceso que uno escogió para hacerlo literatura.


¿En qué proyectos está trabajando actualmente?

—Una novela demencial que se llama El lago, cuyo tema me fascina y obsede (sic), pero que me ha costado demasiado esfuerzo y sacrificio, al grado de avanzar muy poco cada vez. Ojalá y salga algo digno, a la altura de las atribulaciones escriturales por las que he pasado y sigo aún pasando.


¿A cuáles autoras aborda en Ocho ensayos sobre narrativa femenina de Nuevo León y qué constantes percibe en su obra?

—Josephina Niggli, Adriana García Roel, Irma Sabina Sepúlveda, Rosaura Barahona, Cris Villarreal Navarro, Patricia Laurent Kullick, Dulce María González y Gabriela Riveros. No me aboqué a buscar constantes entre una y otra, salvo cuando eran muy obvias y había que mencionarlo, sino a analizar obras claves que a su vez dieron algo de lo que yo después habría de percatarme: la visión femenina, valiosa e intransferible, de la ciudad de Monterrey y aun del estado en distintos momentos, desde los años cuarenta hasta fines del siglo veinte. Digo que valiosa por el valor indudable de estas escritoras, a las que mi libro se propone invitar a leer.


Platíquenos acerca de su experiencia como asesor literario de Pedro de Isla.

—Fue un trabajo muy interesante porque me introdujo en una época común, para Pedro y para mí, del asesinato de una joven yucateca en los años setenta a manos de un regiomontano promedio, para nada el estereotipo de un psicópata o de un rufián desalmado. Pedro tuvo el acierto de ver esa historia también, o especialmente, desde el punto de vista de la reprobación del hecho, pero no culpando al agresor, sino a las muchachas atacadas -eran dos hermanas, una de las cuales murió- por ser foráneas, es decir, el otro, en una ciudad conservadora, con la vista nublada por la doble moral que aún la rige. Desde este punto de vista, las víctimas se convierten en las verdaderas culpables de un lamentable hecho delictivo que las buenas conciencias regias exoneraron muy pronto, a favor naturalmente del agresor de casa.


¿Cuáles eran los objetivos del 'Panteón', al que usted pertenecía?

—Nunca se trabajó por objetivos. Sólo nos habíamos propuesto escribir cada quien una obra específica, en este caso novela, y hacerla muy bien, sin concesiones para nadie. Así que la dinámica de tallereo era tan divertida como encarnizada, pero vaya que sirvió para consolidar la disciplina de todos. Otro de los nortes del Panteón, ahora que lo recuerdo, era ‘escribir obras maestras’. O sea que el imperativo de la calidad siempre estuvo presente entre nosotros, dejándonos al cabo una actitud, más que un simple aprendizaje.


Desearíamos saber su perspectiva acerca de la literatura que se produce en el Noreste mexicano hoy en día.

—Admiro mucho a David Toscana, al grado de que algún día escribiré un largo ensayo sobre su obra, como el que hice sobre Sergio Pitol. Me fascina cada vez más la propuesta estilística de Joaquín Hurtado, por ejemplo, pero no por ello hago a un lado mis preferencias por Patricia Laurent Kullick, Eduardo Antonio Parra, Héctor Alvarado, Felipe Montes y por algunas voces jóvenes que han emergido entre nosotros, como Óscar David López y Luis Felipe Lomelí. Más adelante, yo creo, debe de tratarse a estos trabajadores de las palabras sólo como escritores mexicanos, con la circunstancia feliz de haber nacido en un tiempo y en un espacio comunes, el Noreste. Estas etiquetas deben un día dejarse atrás, pues.


¿Qué logros buscará al asumir la dirección del Centro de Escritores de Nuevo León?

—El más obvio, que constituye la vocación del centro, sería que cada uno de los cinco becarios diesen forma y concluyesen sus proyectos. Pero a otro nivel, y acaso el que más me interesa y que espero imbuir en el grupo con el que trabajaré, es la formación de un compromiso entre seis personas -me incluyo con los becarios- que deben respetar e involucrarse en el trabajo de sus compañeros a fin de establecer una dinámica creativa y crítica del acto de escribir.