Coleccionista de voces: Elena Poniatowska
por Amelia Puente
Ocurrió hace 17 años y fue una de esas cosas… de suerte o de correcta alineación planetaria el que se nos concediera acercarnos a ella, no para entrevistarla, sino para captar momentos, yo de sus palabras ingeniosas, mi amigo el fotógrafo Alfredo Salazar, de su rostro iluminado.
Elena Poniatowska visitaba Monterrey para ver el espectáculo “Compresencias” en el que la actriz Patricia Reyes Spíndola y alumnos del ITESM harían una lectura dramatizada de selecciones de su novela “Hasta no verte Jesús mío”.
Así que allí estuvimos nosotros, de convidados de piedra, entre la escritora, la actriz y Gerardo Maldonado, Director de Difusión de Difusión Cultural del Campus Monterrey, creador del montaje.
Luego, con la charla, seríamos muchos más en la camioneta que nos llevó del aeropuerto al hotel, no sé ni cómo cupimos, pero ahí estuvieron el Sub Marcos, Pita Amor, Juan Rulfo, Ofelia Medina…
Esperamos ansiosos en el aeropuerto, queriendo controlar los nervios y pensar que no era a ella a quien veníamos a recibir, sino a una tía que conocimos hace muchos años por medio de un tal Lilus Kikus. Cuando llegó, queríamos meternos en su bolsa negra o en sus pequeños zapatos, enredarnos junto a la mascada que llevaba al cuello. Se nos dejó ser intrusos y caminar con una grabadora junto a ella y, así, recogimos su voz que es voces multiplicadas.
EP: Elena Poniatowska PRS: Patricia Reyes Spíndola GM: Gerardo Maldonado
PRS: ¡Hacía un frío en el avión!
EP: ¿Verdad que estaba demasiado frío el aire?
PRS: Sí, pero qué exagerados...
EP: Yo le dije a la señorita --porque pensé que en primera le hacían a uno mucho caso-- que estábamos todos como paleta helada. Le dije: ¿No se lo puede decir al capitán?
PRS: Sí, todo mundo se estaba congelando.
EP: No hizo nada.
PRS: Parecía que venían los pingüinos.
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EP: Jesusa Palancares es una mujer de a deveras, es su vida.
PRS: Yo traigo ahí el libro para que me hagas favor de autografiármelo, me lo regalaron hace diez años...
GM: ¿Te doy un consejo? Que te lo autografíe después del homenaje.
PRS: ¡No, mejor antes, no vaya a ser que se arrepienta!
EP: ¡No, después porque te pongo cosas más bonitas!
GM: ...y, ¿dónde la conociste Elena?
EP: Yo iba muchísimo, cuando era joven, a la cárcel, a Lecumberri que ahora es el Archivo General de la Nación, donde había una sección para mujeres y ahí la oí gritar y me fascinó todo lo que decía, la fuerza con la que lo decía. La busqué y la busqué hasta que la localicé, ella me mandaba por un tubo, pero siempre anduve tras de ella hasta que la encontré.
GM: ¿Por qué estaba en la cárcel?
EP: Porque siempre estaba en la cárcel.
GM: Por borracha...
EP: A cada rato, porque se peleaba.
PRE: Porque era muy perra decía ahí.
EP: ...y luego también la vi en un edificio donde ella era lavandera, así que muchas veces anduve tras de sus huesitos y cada vez que la buscaba ella me decía que yo era una catrina, una jija de quién sabe qué diablos, que no servía para nada, que no le quitara tiempo, que ella sí trabajaba... era muy brava...
GM: Y ella, ¿nunca supo de tu libro?
EP: Sí, claro. Yo se lo llevé. Primero se lo llevé con un encuadernado muy bonito, azul cielo, todo pensando que le iba a gustar mucho, era el manuscrito; me dijo: “quíteme esa chingadera que nada más me está estorbando y no tengo lugar dónde ponerlo”. Después, ya que le llevé el libro al que le puse el Santo Niño de Atocha --ese santo le gustaba mucho-- me dijo que le llevara yo veinte porque los quería regalar.
PRS: Ese fíjate que es mi santo.
EP: Es un santito precioso. Además dijo que para la cochinada que yo iba a hacer no podía poner su nombre, ella no se llamaba Jesusa, pero le va muy bien ese nombre.
GM: ¿No se llamaba Jesusa? ¿Ni Palancares?
PRE: ¿Ni el apellido tampoco?
EP: No.
PRS: ¿Cómo era físicamente?
EP: Fíjate que yo al lado de ella era un gigante, así que era chiquitita, claro que ya estaba viejita, yo soy del tamaño de un perro sentado, enana, pero ella era más enana...
PRS: Decía que medía 1.60 y que era muy alto su papá...
EP: Era chaparrita pero con una enorme fuerza.
PRS: Y era de Oaxaca, eso sí...
EP: Y buena para pelear. Sí, era de Oaxaca... donde fue el eclipse, cómo se llama… Luego les digo porque estoy pensando en las señoritas de Huamantla.
GM: Oye Elena, ¿y tenía sonsonete al hablar?
EP: No, hablaba maravilloso y hablaba un español como antiguo, decía bellaca y decía unas palabras así como muy viejas, hablaba estupendamente bien.
PRS: Es padrísimo el personaje. Justamente hace diez años me regalaron el libro y me encantó el personaje, me encantó el libro...
EP: Sí, es como para una película. Miguel Sabido hace mucho quiso hacer una película y me hizo un guión y todo, pero luego no se hizo.
GM: Yo lo pensé para teatro, que puede ser también un monólogo espléndido.
EP: En teatro sí lo han hecho.
GM: ¿Con más personajes?
EP: Con más personajes. Sí, ha sido muy bueno, muy bien, porque es un personaje muy bonito.
GM: Y en lectura, ¿es la primera vez que se va a hacer?
EP: En lectura ya lo hizo también Susana Alexander en “Si me permiten hablar” y lo han hecho en los Estados Unidos, creo, y en Londres.
GM: ¿Cuántas ediciones tiene el libro?
EP: No sé. Te sé decir que “La Noche de Tlatelolco” tiene 54 ó 53, pero no te sé decir de la Jesusa porque nunca me he fijado, pero me voy a fijar, nada más me fijo en “La Noche de Tlatelolco”.
GM: ¿Por qué?
EP: Porque es la que lleva más ediciones, entonces me fijo en eso... ¡Ah, y lo hicieron también en Francia, en Marsella!
GM: Es una obra sumamente interesante para mucha gente.
EP: Sí.
GM: Hay un proyecto que tengo desde hace 10 años, hacerlo en teatro, obviamente preguntarte a ti, en monólogo, pero no con actores, nada más una actriz.
PRE: A mí me dan tanto miedo los monólogos.
EP: ¿Ah, sí?
GM: Es que éste tiene mucho apoyo.
PRS: Sí tiene, pero nunca me he animado a hacer monólogos. Iba a empezar a ensayar uno, una obra de Silvia Pasquel que ya pusieron hace tiempo, “La Señorita Margarita”, y me rajé, sí, me rajé...
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GM: Y el subcomandante Marcos, ¿no se quiere quitar la capucha?
EP: Quiere, fíjate que quiere, está más puesto que un calcetín, que el calcetín que trae en la cabeza. Dijo que se lo quitaría, pero la gente no quiere porque yo creo que lo protege; ahí en la Convención le dijo que no se lo quitara, además tiene unos ojos muy hermosos, se ve muy bien así con su cara tapada....
PRS: A lo mejor se le quita el encanto cuando se desencapuche.
GM: ¡Que bárbaro, qué encanto tiene el señor para todo el mundo!
EP: Tiene una capacidad de convocatoria... Yo creo que es el que más la tiene... pero hay muchísimos que lo odian.
GM: Sí claro, tiene que haberlos. Oye, te estuve grite y grite en el concierto de Madonna, estabas a tres filas de mi con tus hijos y por más escándalo que te hacía estabas interesadísima a ver qué iba a pasar.
EP: Yo tenía mucho interés porque es un fenómeno muy especial y por ver qué jalón tan bárbaro tiene para las gentes, pero fíjate que no me pareció así como... Me parece más interesante ver de ella en las revistas que ver su show, es muy gringo, su voz no es nada del otro mundo...
GM: Lo que pasa es que sus cosas son sumamente atrevidas y eso le...
PRS: …pero ustedes tienen aquí a Gloria Trevi que es muy atrevida...
EP: Sí, yo iba a decir que prefiero a Gloria Trevi.
GM: ¿Tú ya la viste?
PRS: No, ni a Gloria Trevi en vivo ni a Madonna, a las dos nada más en televisión.
GM: Yo nunca he visto a Gloria Trevi.
EP: ¿Ni en la tele ni en vivo?
GM: No, nada.
EP: ¡Ah, es un encanto!
PRS: Es un encanto de persona.
EP: Tiene encanto, es alegre...
PRS: Es rápida de mente...
EP: Es rápida, dibuja espléndidamente bien...
GM: Y es ágil, ¿verdad?, puso a Verónica Castro en cintura.
EP: ¿Ah sí, qué le hizo?
GM: Algo de prostitutas y de aborto, pero de pronto la puso en su lugar según mis alumnos, yo no vi el programa, pero que Verónica se trasteó, no pudo contestar. Aquí le han hecho entrevistas también, es muy sagaz para contestar...
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GM: ¿Cómo estuvo el homenaje a Pita Amor?
PRS: ¡Maravilloso!
EP: Yo creo que ella estuvo de lo más feliz.
PRS: Estuvo feliz, te digo que anoche la fui a ver --yo la voy a ver casi todos los domingos-- y todavía platica del homenaje. Estaba feliz, fue muy emotivo y nunca creí que se fuera a llenar Bellas Artes a tal grado como se llenó, había gente de pie, arriba...
GM: ¿Quién lo montó?
PRS: Miguel Sabido, pero en realidad Bellas Artes fue el que lo promovió, a Sabido lo invitaron a dirigir y nos invitaron a un grupo de actrices...
EP: Pero creo que Sabido le metió mucho él, ¿no?, de su parte...
PRS: Sí, pero de entrada el proyecto fue directamente de Bellas Artes. Lo primero fue la exposición en el museo de Frida y ahí le ofrecieron a Pita, en principio, la Sala Manuel M. Ponce y ahí, en público, les dijo que eso era para peluqueras, que mejor la dejaran en su casa... Así les dijo: “Eso es para peluqueras, si no me dan la sala grande, déjenme en mi casa”. Entonces, ahí en público, le dieron la sala grande...
EP: ¡Genial!
GM: Cuando fui a invitarla me llevó Ofelia Medina y estuvimos en su departamentito, no sé dónde viva ahora...
PRS: Ahora en Bucareli.
EP: En el edificio Vizcaya.
GM: Me dice: “Oye, Gerardo, si ya nos pusimos de acuerdo, por qué no nos tomamos los tres un drink”…
EP: Siempre dice eso...
GM: Nos fuimos, bajamos y apenas llegamos, le dice un amigo: “Oye, regálale un soneto a Gerardo”.
PRS: Carlos debe haber sido...
GM: Entonces le dice ella: “Pero si no lo conozco, lo acabo de conocer y ya con él terminé de conocer a todo mundo, ya no quiero conocer a nadie más”... Entonces hace un soneto de flores y de pájaros, obviamente no tenía nada que ver conmigo, ¿verdad?, y le dice Carlos: “Oye aquí hay una falta de ortografía”. Le dice: “Mira, la ortografía es para las secretarias, no para los poetas”.
EP: He dado conferencias sobre la tía Pita, pero ella siempre --desde que yo empecé a hacer periodismo en el 53-- luego, luego, me pegó de gritos. Me dijo, en primer lugar, que jamás me podría poner Amor, ni me lo pensaba poner, Poniatowska ya es bastante complicado y largo como para añadirle el Amor... pero me pegaba unos gritos, que no me fuera a comparar a ella, que no me acercara, siempre ha tenido unas cosas muy chispas...
GM: ¿Son ustedes primas?
EP: Ella es prima hermana de mi mamá y a mi mamá sí la quiere, bueno, la quiso mucho, pero a mí nada, ahora a la que quiere es a Paula, mi hija.
GM: ¿Ah sí, a Paula sí la quiere?
EP: Sí, porque le toma fotos y se las toma muy... no esas fotos que toman los fotógrafos muy terribles, sino que la toma muy bien. Es muy chistoso cómo en una fotografía se puede ver si ama uno a la persona...
PRS: Tengo 15 años de ser su amiga, de que sí nos vemos con mucha frecuencia, por lo menos una vez a la semana. Ahora tiene descompuesto el teléfono, porque sí nos hablamos diario, pero ahora su teléfono tiene como dos meses descompuesto, entonces sufrimos y yo me angustio de no saber...
EP: Tendrían que hablarle a Carlos Slim...
GM: ¡Hay una Gloria Nacional, compóngale el teléfono!
PRS: Tiene dos meses con el teléfono descompuesto.
GM: Pero le quedan sus abalorios.
PRS: Ayer por estar con los abalorios, llegué y me iba a regalar... me había hecho unos sonetos de unas mariposas, entonces me tenía un regalo de una mariposa negra. Me dijo: “Ahí está, agáchate y en el buró está”. Le digo, dónde... donde estaba ya no estaba. “Ahí, ahí está, ahí está”. No lo encontré. “Bájame de la cama”. La cargué, la bajé de la cama, lo encontró, efectivamente, pero en lo que yo buscaba encontré un prendedor muy bonito, negro, y se me ocurre decirle: ¡Qué bonito este prendedor Guadalupe, es antiguo, ¿verdad? “Sí, ponlo encima”… y lo vuelvo a poner. Al ratito dice: “Dame el prendedor”. ¡Sí, ve tú a saber dónde quedó el prendedor! Entonces me hizo sacar todo y se desesperó porque no lo encontré. “Bájame otra vez de la cama”. Entonces la bajé, metió la mano y tiró todo al suelo, ya que estaba todo en el suelo dijo: “Búscame el prendedor”. Le dije, aquí está, pero no sé dónde... y todo revuelto, ya sabes. Al fin lo encontré, no estaba donde ella me había dicho, lo había puesto yo, por tonta, abajo. Entonces me hizo sacar todo lo de abajo, como 20 minutos en cuatro patas, escarbando sus abalorios.
EP: Son kilos y kilos de fierros, ¿verdad?
PRS: Kilos… para que al fin saliera, me dice: “Es como una espuela dorada”. Sí Guadalupe, ya sé cuál era, por idiota le dije que estaba muy bonito...
EP: ¡Es una cosa, esa afición!, porque luego todo lo que compra son esas chingaderitas, ¿no?
PRS: Además, se acuerda muy bien… ayer que sacaba decía: “Ese me lo regalaste tú, ese me lo regaló no sé quién, éste tu mamá, éste me lo regaló Ofelia Medina”, se acordaba perfecto de todos, aunque estuvieran todos revueltos.
EP: Entonces hay que regalarle anillos.
PRS: Sí, le encantan, anillos, prendedores, pulseras...
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GM: Oye, Elena, y tú, ¿fuiste amiga de Rulfo?
EP: Sí, yo lo quise muchísimo.
PRS: Yo lo veía todos los días porque fuimos vecinos durante siete años. Yo vivía en Felipe Villanueva y Manuel M. Ponce, ahí en un edificio. Lo veía yo pasar, se iba caminando siempre al Instituto Indigenista.
GM: ¿Al Indigenista, ahí fue donde lo conociste?
PRS: Ahí lo veía yo, ahí lo esperaba para verlo pasar.
GM: Una vez vino muy enojado, dice: “Nombre, está cerquita de donde duerme el Papa, un ruidazo”.
PRS: En la esquina donde llegaba el Papa era horrible, nos cerraban las calles. En ese tiempo hice “Pedro Páramo”, entonces un día me acerqué a decirle que iba yo a trabajar, se me quedó viendo y me dijo: “Qué bueno”… y se siguió. Yo esperaba algo más y sólo me dijo qué bueno y se siguió derecho.
GM: Es que él no estaba contento con los Pedros Páramos, él no estaba que dijeras, satisfecho…
PRS: Yo creo que lo más bonito que se ha hecho de él en cine se llama “Los Confines”, de Valdés, que no son ninguno de los dos Pedro Páramo, son sobre “El Llano en Llamas”, es muy bonito, de Mickey Valdés.
GM: ¿Tomó varios cuentos?
PRS: Sí, pero hizo una cosa muy bonita, casi todo el tiempo en off las voces y eran imágenes, que es como se entiende Rulfo. Cuando lo estábamos filmando resultaba un poco incómodo, nosotros decíamos: “Este tonto, por qué toma al que no está en cuadro, al que habla no lo está tomando”. Al final la película quedó muy bonita y parte del encanto de la película es eso, que son como imágenes y el texto del autor.
GM: ¿Él la vio?
PRS: No, ya no la vio.
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Después, otro regalo inesperado, pasamos la tarde disfrutando de sus ojos grandes como lunas de octubre mientras caminaba entre cuadros de Leonora Carrington. El día se escondía y ella seguía ligera y vivaz como al bajar del avión. Dieron las nueve de la noche, el telón subió y las palabras de Jesusa Palancares, como un torrente, empaparon el telón, las butacas y nuestras ropas de amargura; Reyes Spíndola gobernó con su voz y presencia el escenario; Poniatowska nos regaló su presencia, su sonrisa y su obra.
Monterrey, N.L. a 19 de septiembre de 1994.